SENDERO SALINA TRES AMIGOS RIO ARILLO
4 DE OCTUBRE
2008
DISTANCIA: 5 Km .
Tiempo: 3 horas
Este itinerario cuenta a lo largo del recorrido
con varias bifurcaciones. Se inicia en el aparcamiento (Ver 1 en el mapa)
situado en la carretera de Camposoto y en este punto ya tenemos una doble
opción. Hacia el sur y siguiendo en paralelo la carretera, podemos tomar una
pequeña ruta que bordea la marisma y nos permite conocer la vegetación
característica del Parque Natural, así como numerosas especies de aves a las
que podemos ver descansar y alimentarse desde el observatorio (2) construido
para ello.
Volviendo sobre
nuestros pasos y atravesando el aparcamiento, iniciamos el camino en dirección
a la Salina de
Tres Amigos y al Río Arillo. Recorridos unos 800 m . y, en el momento en
que la ruta gira a la izquierda, se abre a nuestra derecha el laberíntico
entramado de las Salinas. Estas presentan una compleja red de compuertas y
canales con los que se daba lugar a un proceso en apariencia complicado, pero
muy sencillo en realidad. Primero, el agua pasaba desde el río hasta unos
grandes esteros (4), para ir pasando por una serie de canales en zig-zag,
llamados lucios y vueltas (3). Durante todo este proceso el agua se iba
evaporando, hasta que en los cristalizadores precipitaba la sal. Ésta era
recogida y acumulada en grandes montones de un reluciente blanco, un paisaje
tradicional de la zona. A lo largo de este tramo de sendero, tenemos a nuestra
izquierda un gran estero.
Cuando se llega al
caño mareal de Río Arillo, el sendero se bifurca de nuevo (5). La señal nos
indica que de frente podemos llegar hasta la que fue la Casa Salinera de
Tres Amigos 7. Esta construcción está formada por dos edificios: uno
corresponde a la zona doméstica donde se encontraba la casa, el almacén y la
cuadra, mientras que a la derecha tenemos el salón de los trabajadores. Aún
hoy, a pesar de su estado ruinoso, podemos imaginarnos a los salineros
descansando en el soportal del salón en las épocas más calurosas.
A lo largo del
último tramo de esta parte del sendero y antes de llegar a la casa salinera,
podemos ver a la derecha los cristalizadores de las salinas (6), mientras que a
la izquierda corre el Río Arillo. En la actualidad el río Arillo, límite
natural entre los términos municipales de San Fernando y Cádiz, es un canal más
de la marisma, cerrado por el avance de las arenas de la Playa de Torregorda, pero en
la antigüedad conectaba el interior de la Bahía de Cádiz con la mar.
En la otra orilla
vemos molino mareal de Río Arillo (8), un ingenio hidráulico que aprovechaba
una energía barata, inagotable y natural: las mareas. El movimiento del agua
durante las subidas y bajadas del nivel de las mareas movía las grandes piedras
que molían el trigo. La Bahía
de Cádiz llegó a contar, a finales del siglo XIX, con más de una docena de
estos molinos que producían toneladas de harina. De ellos, éste de Río Arillo,
con sus doce piedras para la molienda, era uno de los más grandes de la Península Ibérica.
Con la llegada de la energía eléctrica, este tipo de construcciones cayó en el
desuso y con él, en el abandono. ¡Cuantos sistemas de energía natural hemos
dejado atrás!Volviendo a la
bifurcación que dejamos atrás y tomando el camino de la derecha, nos internamos
en las marismas. Pocas se conservan en estado natural, aunque aún podemos
observar la Hora
que en ellas crece a pesar de unas condiciones extremas de salinidad. Las
plantas se van a distribuir según la influencia de las mareas. En la zona más
baja, casi siempre inundada, encontramos fanerógamas como la zostera y el alga
lechugueta... ¡sí, esa que no tiene un aspecto muy distinto a la que nos
comemos en las ensaladas! Conforme nos vamos alejando, la pleamar va quedando
más lejos: espartinas y sapinos son los principales habitantes. Ya fuera de la
influencia del mar, en la marisma alta, la salinidad es muy grande debido a la
fuerza del sol, pero las plantas se las han ingeniado para sobrevivir
excretando sal o reteniendo la escasa agua dulce. Son verdolagas, saldillos,
brezos de mar y el jopo, parásita de raíces, sólo visible en primavera cuando
florece en bellas espigas amarillas.Pero la arisma
esconde mucha más vida, los crustáceos como el camarón y el cangrejo y los
peces como la dorada o el boquerón, también viven aquí. Base de la gastronomía
gaditana, muchas de las marismas y salinas se transformaron en explotaciones
acuícolas para obtener tan preciados manjares. ¡No se vaya sin probar una
fresca "dorada a la sal" en alguna de las tradicionales ventas!
Los vistosos
flamencos son habitantes habituales de esta zona, pero la comunidad con más
individuos, sin duda, son las gaviotas y limícolas
Fuente: Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía
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